Es normal que un perro muestre actitud de miedo entorno a algún estímulo a lo largo de su vida. Nuestra forma de reaccionar ante este tipo de situaciones puede ser determinante para evitar males mayores.
Son muchos los estímulos a los que un perro puede crear cierta respuesta de miedo, como por ejemplo los primeros encuentros con otros perros, ruidos, tráfico, petardos o tormentas…
En este tipo de situaciones se debe evitar reforzar la conducta de miedo con caricias. Si mientras nuestro perro tiene miedo le acariciamos, le estamos diciendo que eso es lo que debe hacer: tener miedo.
Obviamente tampoco podemos reñirle por tener miedo. Todo lo contrario: nuestra actitud debe ser lo más tranquila posible, sin dejar de estar a su lado y dándole la mínima importancia posible al estímulo que provoca el miedo.
Si durante el paseo, por ejemplo, ha ocurrido un episodio en el que se ha asustado podemos rebajar el nivel de estrés antes de volver a casa. Hacer un largo paseo antes de volver o jugar a pelota puede hacer que olvide más fácilmente lo que ha ocurrido.
Si decidimos ayudar a nuestro perro a superar un miedo es imprescindible adaptar la intensidad del estímulo a su nivel de tolerancia, tratando de no propiciar la conducta de miedo. Debemos ir a su ritmo.
La huida incontrolada puede llegar a ser muy peligrosa. Si huye corriendo cuando siente miedo debe priorizarse enseñar al perro a dirigirse hacia sus dueños.
Asi pues, debemos intentar gestionar los miedos de nuestros perros de la mejor manera posible desde el inicio para evitar que se intensifiquen o evolucionen a fobias. Si durante el proceso tenemos dudas o no somos capaces de resolverlo por nosotros mismos, es importante buscar ayuda profesional para adaptar la terapia a las caracteristicas de nuestro perro y minimizar el problema tanto como sea posible