No se si podríamos llamarlo como tal, pero sí es verdad que nuestras mascotas de compañía sufren de estrés cuando NOSOTROS terminamos las vacaciones.
Con suerte, se haya ido de vacaciones con nosotros a algún sitio divertido y superalucinante lleno de aventuras. al tener vacaciones, habremos tenido mas tiempo libre y, por lo tanto, le habremos dedicado más tiempo a nuestro compañero… más paseos, más aire libre, más excursiones, más trucos… en definitiva ¡más atención! Y si además tenemos niños, al no tener colegio, aun más juegos, más revolcones, más complicidades y más compañerismo.
Como todos, nuestro perro se acostumbra pronto a la buena vida, a la nueva rutina de tiempo libre y al disfrute de la atención recibida.
¿Pero qué pasa con la vuelta al cole/trabajo?
Volvemos al trabajo, a buscar a los niños al cole, actividades extraescolares, reuniones, horarios más estrictos, estrés y menos tiempo. Volvemos a los paseos de 10 minutos por falta de tiempo, cansancio o cosas que hacer…
Si lo veis de este modo, nuestro perro rompe su rutina de 9-11 meses a la que ya se había habituado, y pasa el mejor mes/meses de todo el año, y cuando cree que no podría existir felicidad mayor, ésta se trunca y se queda en cada casi todo el día. Con las mismas ganas de hacer cosas, la misma energía, el mismo afecto, y sin entender el porqué ese cambio súbito.
Al volver de vacaciones, de la misma forma en que nosotros pasamos por ese duro periodo de adaptación de vuelta a la rutina, nuestro animal también. No olvidemos que lo acusan igual que nosotros.
¿Qué podemos hacer para reducir ese estrés post-vacacional? Debemos intentar no reducir nuestras atenciones de hoy a mañana, intentemos prestarle una atención intermedia, saquémosle tanto como se merece y nos podamos permitir… ayudémosle a que su vuelta a la rutina sea gradual y mas tolerable, y démosle esos pequeños momentos de “ocio” que nos hacen soñar a todos con el siguiente periodo vacacional… o al menos con el ¡fin de semana!
Porque él lo merece, ¡y nosotros también!